miércoles, 1 de febrero de 2012

To bic or not to bic

A todos lados voy con mi libreta. Y tomo notas de personajes, diálogos que escucho, ideas que se me ocurren. Unas veces escribo con lápiz y otras con birome. El lápiz me obliga a escribir mas lento y a sacarle punta de vez en cuando lo cual es un ejercicio artesanal que a veces ayuda a la reflexión. Pero la diferencia mas profunda que encuentro entre el lápiz y el boli (como le dicen acá) es la manera en que terminan. El bolígrafo no altera su forma ni siquiera cuando agoniza, y uno aseguraría que esta muerto si no fuera porque ya no canta nada, incluso cuando a veces resucita de repente para toser tres garabatos y quedar seco sin terminar de anotar un numero de teléfono importante. Será por eso que mucha gente se resiste a desprenderse de biromes. Las dejan acodadas en la barra de un portalápices, secas por dentro y que al final mueren a traición, como la garrafa de gas en plena ducha.
 Las apariencias no engañan, nos engañamos nosotros. Si en mil años unos arqueólogos encontraran mis pertenencias, deducirían por la cantidad de biromes que conservo que escribía mucho (lo que no es cierto) pero nunca podrían saber sobre qué escribía, porque lo memorable no vive en los esqueletos: una calavera podrá mostrar las órbitas de los ojos, pero nunca lo que estos ojos vieron.
 El lápiz, en cambio, exhibe su deterioro, el paso del tiempo. Marcas de ansiedad que le arrugan el lomo, la goma gastada al ras, sus letras cada vez mas chicas. Va muriendo por dentro y por fuera, y va encogiendo sus funciones, hasta ser un cadáver que uno despide con pena pero sin culpa.
Tenemos una curiosa obsesión por la cáscara: frascos vacíos, encendedores ,todo tipo de cajas, latas de galletitas nórdicas. Objetos que conservan su cáscara al costo de su dignidad, como los caracoles que se coleccionan aunque no guarden gota de vacaciones felices en su interior. Todo tiene espacio junto a las biromes secas. Y pienso en la gente que se aferra con puntos y siliconas a sus máscaras, conservan saludable la cascara aunque por dentro todo esté seco. Aunque ya no tengan nada que decir, pero que el cadáver sea agradable, por favor.
 Me parece mas noble la actitud existencial del lápiz que la de la birome aunque no les deje huellas a los arqueólogos.
Quizás la cuestión sea sacarse punta cada mañana frente al espejo, aunque provoque espanto comprobar cómo uno se va agotando y saber hasta donde da, o no, nuestra punta y cuidarla para que no se gaste antes de haber acabado esta columna, o la vida. Pero eso es más una cuestión de conciencia, algo mas saludable que un cadáver exquisito.

2 comentarios:

  1. Hola Jorge : al fín te visité !! Iré pasándome por aquí, te invito al mío francescbon.blogspot.com. Ligeramente menos creativo y más enfocado en cultura y lo que va viniéndome a la cabeza. Saludos.

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  2. "porque lo memorable no vive en los esqueletos" MUY BUENO.
    Y si le sacás punta al pasaporte y te venís un rato por acá???
    Abrazo, querido.

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