martes, 26 de abril de 2011

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A través de la ventana el cielo plomo confunde la primavera española con un otoño porteño Correrse de lugar cambia algunas cosas. Este 19 me encuentra en Bilbao, una ciudad sorprendentemente moderna hoy y tierra de mis antepasados, dicen los cuentos, la comida cambia torta por pinxos y mariscos, los saludos son menos y las camisetas del clásico son las del Athletic y la Real Sociedad.
Otras cosas no cambian nada, las agujas del reloj, que caen con mas ruido en ciertas fechas, los recuerdos que saltan y gritan como en una tribuna. No cambia la emoción con los saludos de amigos que a la distancia están cerca, como si fuera un otoño con milanesas en Buenos Aires.
Sobre todo, no cambia la sensación de saber que es un día raro, el mas personal de los 365. No cambia que miro hoy más para atrás que para adelante, y veo un camino que hoy me trae a Europa, pero que en cada curva siempre me deja ver a mis afectos que hoy extraño mucho.

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